Las nuevas tecnologías han hecho que las sociedades por medio de la información modifiquen de forma colectiva sus usos y costumbres de manera más ágil colocando a disposición de los líderes y poderes el camino de la colectividad en su diario accionar influyendo en las ideas y el pensamiento. La fotografía no podía quedar atrás como herramienta de información colectiva, en especial porque ha demostrado ser por mucho tiempo una de las herramientas más confiables en cuanto a la información que contiene, posiblemente junto con el video son las herramientas más confiables entre la sociedad que las consume, sin embargo no están exentas de toda manipulación por parte de sus creadores y usuarios, lo cual se convierte en un problema mayúsculo para todos. ¿Hasta donde entonces es posible mentir con la fotografía?. Pueden haber métricas para colocar los niveles de confiablidad, pero el mejor juez es el tiempo y los medios paralelos que confirman o descartan no a la imagen, ni al medio, más bien al fotógrafo, quien tiene en sus manos el poder del encuadre y selección de la información gráfica, tiene en sus manos la credibilidad o el desprestigio, por ello mismo, el crédito como informadores gráficos en sus propias obras es sumamente importante, eliminar el nombre del fotógrafo así como los datos a los que se refiere es un acto absurdo, convierte en anómina a la fuente que lo pudo ver todo, convierte en nada a los ojos que nos están informando.
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